Que empiece la función, un largometraje más en Cinema Jazmín
Muchas tardes se hilaron en torno
a este lugar. Como en todos los pueblos, jóvenes y mozos ahorraban e invertían
su tiempo en conocer parte del mundo contado en historias. Historias de épocas
pasadas de chistes, bailes y canturriares; de películas de la época dorada del cine español, del oeste de clásicos
como Lo que el Viento se Llevó... Pero aquí se lo llevo el tiempo, el tiempo se
llevo a los leones de la Metro Goldwyn Mayer, las banderolas, los guirlaches y las gaseosas.
El tiempo se llevó al Cine Jazmín
un cine de un pequeño pueblo de Huesca con grandes edificios de historia con
calles empedradas y arcos en las esquinas. Fonz es un pueblo con mayores, un pueblo que
fondea sin cine.
La entrada esta sellada para
evitar la entrada, la entrada a la desidia. Techos sin suelo suelo con techos
se alargan por la entrada del cine; a la derecha las taquillas todavía están en
pie con alguno pedazos de carteles de Marisol Reyes.
En la entrada se amontan las
butacas que se esperan bajo las escaleras, grandes escaleras encorvadas que ya
no tienen destino ni sentido.
En los bajos de los escalones la joya del cine,
una joya arrebatada, rota, golpeada pero que sigue siendo el resplandor de
este lugar. La máquina de cine descansa
en la pared rota, desalmada, sin cinta, sin cuerdas, ya no muestra sólo
observa. En sus piezas vio sonreír, llorar o ganar o perder hoy yace en el
olvido pese a ser una joya, un invento del siglo.
Cientos de butacas dan paso a la
sala central conserva belleza, sus ropajes, telas de otros tiempos aún visten sus
paredes rotas.
Las cortinas rojas de terciopelo desangran en el suelo y acompañan a modo pautado a las rajas
burlescas que la sábana blanca de proyecciones demuestra en escena.
Hojas secas ramaje se agolpa en
las pocas butacas que descansan en la sala, las sillas de las primeras filas están lejos de volver a ser las gradas de escenario. Los palcos
todavía lucen más completos los privilegios duran al tiempo.
La vista llega
lejos cree mirar historias recordar un momento, mientras tanto las entradas
minan el suelo, grandes manojos de historias no vendidas de sesiones olvidadas.
El cine jazmín deja sus puertas
al viento y se reúne con el tiempo.
La función acabó, sólo se
mantiene en los viejos recuerdos.
Fotografías con copyright © Patricia G. Photos