domingo, 20 de septiembre de 2015

Recordar es volver a vivir

104. Recordar es volver a vivir, Pilar y su historia

Hoy es un día de esos que me gustan, de los que te hacen reconciliarte con el mundo. De los que escuchas una bonita historia. 
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Hoy era domingo hace semanas que no voy a ver a mis abuelos le pido a mi madre que me acompañe, como siempre, accede. Vamos primero a Sobradiel a ver a mi abuela Pilar es una residencia en medio de un parque flanqueada por una iglesia y asediada por Palomas en las palmeras, siempre las oigo, que miedo.

La convencemos para salir, por lo menos andamos, un poco de sol temas triviales y volvemos a la cárcel. Es domingo y como la residencia es de monjas han tenido misa. Salimos de vuelta, tenemos prisa, como siempre, nos quedan los otros abuelos. Pero mi madre saluda a Pilar otra abuela de 96 años alegre, con la peluquería reciente rizos de tubo grises y una camisa de hilo fino blanca con grecas. Nos coge de las manos. Nos cuenta las buenas nuevas de la abuela, sus envidietas sus días a día. Nos habla de su familia un hijo lejos en el País Vasco que la llama todos los días, ella tiene teléfono y televisión en la habitación un bien de consuelo y aislamiento del conjunto gris nos cuenta.
Habla de su nieto que ya hace vida de matrimonio pero ella quiere que se case, ahí nace la historia que nos cuenta ella nos habla de su boda en San Pablo y de cómo fue feliz tan feliz tiene una sonrisa real, hace muchos días que no veo una. Empieza su historia de amor, ojos como platos hay películas que no llegan a su primera frase.

Recordar es volver a vivir

Solo dos meses pasaron desde que conocí a Nano en ese cine de Guerra y Cuartel, antes desde que él tenga que ir a la guerra.

Yo y una amiga Fe de Felicidad acudimos una tarde a la Plaza de España. Mi madre estaba enferma, por eso salí sola y por eso, entre otras cosas, pasó esta historia.

Yo le había pedido a la Virgen del Pilar un hombre bien plantado, educado y buen mozo y me lo cumplió.

Decidimos entrar al cine a la sesión de cinco a siete así llegaríamos a las 8:15 a casa, la esquina derecha de la calle Predicadores.

Nos disponíamos a entrar la Pilarica y la Fe al cine y dos mozos esperaban en la puerta. El acomodador pensó que íbamos juntos y ambos se sentaron a nuestro lado, uno a cada lado nuestro. La sala estaba vacía y ellos se pusieron pegados a nosotras.

Yo le dije a Fe que si se sobrepasaban les metería una bofetada. EL NODO ya había empezado Guerra sin Cuartel comenzó. La película pasó sin más, más el hecho de estar acompañada en esa sala vacía de terciopelo.

La película acabó y los mozos nos pidieron permiso para acompañarnos. No nos negamos y llegamos a la Plaza de España. Mariano entró a una pastelería muy pequeña a refrescarse la garganta. 

Andábamos hacía nuestras casas cuando le dio un puñado de caramelos a Fe pero a mí me dio un montoncico más. Dejamos a mi amiga en su casa.

Fe: Pilarica mañana te buscaré a las seis para ir al taller
Pilar: Te espero.

Las dos íbamos al taller a ver si había faena, por esas épocas no trabajábamos. Era ya la hora y yo llegaba a casa, Nano, mi Mariano se despidió en mi calle en la esquina con Predicadores.

Mariano: Le importa que mañana le venga a ver.
Pilar: Me parece bien. Lo que quiera.

Era finales de septiembre del 36, en dos meses el marcharía a la guerra empezando el 37. En dos años estaríamos casados por 63 veranos de nuestras vidas. Mi Nano, yo, su cariñico.

La guerra fue dura, él estuvo seis meses preso, le perdimos la pista varios meses. Yo junto a sus padres en vilo, pero él tuvo suerte y volvió.

A su vuelta estuvimos un año arreglando el piso de sus padres en la plaza San Miguel frente a la iglesia. Cuanto tiempo perdemos sin darnos cuenta y no lo podemos recuperar.  Pasó el tiempo, vivimos y  envejecimos juntos; es lo que queríamos.

Yo recuerdo porque es la forma de volver a vivir pero también recuerdo lo malo, que lo hay y mucho pero eso te lo contaré en otras historias.

Bueno… lo importante es que su historia acabó bien

Marchad ya tengo que volver con las monjas es la hora de comer.

Cogemos el coche, menuda mujer qué cariñosa que dedicada. Le pregunto si un día me puede contar más cosas, venir a escribir de su historia. Accede y ríe nos e si piensa en la envidieta de mi abuela o en mi rara curiosidad.

Llegamos a ver a los otros abuelos como siempre en sus trece, hoy tienen mejor color mi abuela repasa el abanico de anillos y osos que llevo siempre, mi ropa, mis zapatos un millón de besos y alguna risa. Mi abuelo está hoy mejor lleva ya camisa de cuadros y dos piruletas en el bolsillo es una tienda de chuches viviente todos los críos lo conocen. Hablamos de dinero, política y Alemania, repasado el clásico corremos otra vez al coche, volvemos a nuestra casa.  



jueves, 28 de mayo de 2015