Intentar sacar la luz al día

Luces, sombras y penumbra

39. Luces, sombras y penumbra.

Van ya tres entradas de Belchite pero no puedo dejar de colocar imágenes, ésta es la que más me gusta 

Sin duda está casa tiene historia en mis fotos, las dos veces que he estado me ha dado imágenes preciosas

Fotografías con copyright © Patricia G. Photos

Puertas y ventanas sin sentido

38. Hay puertas y ventanas que perdieron su sentido, que no cobijan a nadie. 
















Puertas que no aguardan a ninguna llave, que perdieron el sentido, que vagan entre listones podridos.

Ventanas por las que nadie mira, que siguen dando a la calle, que no tienen cristales que sienten el aire entrar por sus rendijas. No hay cortinas que las adornen no hay quien las abra.

Están pendientes del derrumbe, 
del día que toquen el suelo al que miraban; 
ya a nadie le importa 
lo que reflejan. 
Ya nadie mira.



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El abandono todavía deja espacio al juego de ritmo, pese a la falta de pintura las heridas de las piedras forman su gama, forman la paleta de colores en gris y ocre. Desafiando a las grietas.

Fotografías con copyright © Patricia G. Photos

Linda :)

37. Linda 

Fotografías con copyright © Patricia G. Photos

Flores después de la tormenta

 36. Flores después de la tormenta 

Fotografías con copyright © Patricia G. Photos

Belchite cielo de brechas

35. un año vista

Ya descubrí Belchite hace 365 días, un año desde que decidí ver el, para mi, lugar de Aragón. Lugar en la historia, en el sentimiento... Ya tenía fotografías del lugar, de mi, de flores y ladrillos. Sólo quería pasear, un paseo en el que las luces del cielo -lluvia, sol y nubes- me fastidiaban todas las mediciones; no salieron muchas fotos pero las que me inventé valen por las demás. 

Descubrí un nuevo Belchite, 

el de su cielo de brechas 

Fotografías con copyright © Patricia G. Photos

Fe y trincheras

34. Poema a las piedras de El Castellar: Fe y trincheras

Las cadenas humanas separan fe y bombas. 
Un rezo fijado por un calendario.

Los pinchos de campo de batalla recuerdan que la tierra que pisamos, aunque nuestra, se debe al duelo de las bombas.
Campo de maniobras, llámese cómo bien guste... es tierra de minas, de balas y de destrozo. Polvo, pocas hierbas y nada de vida.

Una vida ligada a ese monte, el de El Castellar que en años atrás aguardó a civilizaciones, judíos  y cristianos; castillos y pueblos que vivieron en lo hoy yermo: aquellos que construyeron sus piedras durante décadas.

Abandonado y conquistado, el expolio, la resignación y el olvido han mutilado sus encantos.






Poco queda para que las últimas puertas y ventanas sucumban a la erosión y al agua, nuestros hijos no podrán ver el tesoro de su tierra.


Mi padre ya recuerda decenas de paredes más y yo contaré esta historia, la historia de unas piedras que por bombas y abandono acabaron en las laderas, desprendidas hasta el cauce del rió que bañó su era. 

Fotografías con copyright © Patricia G. Photos